La República de Irlanda celebra hoy, 25 de febrero, elecciones legislativas. Los irlandeses están llamados a participar en las que presumiblemente serán las elecciones más importantes desde su independencia en 1922. Se espera que el partido que ha gobernado el país durante 61 de los últimos 79 años, el Fianna Fáil, sea castigado en las urnas y pase a ser el tercer partido en votos, por detrás de sus tradicionales rivales, el Fine Gael y el partido Laborista . La razón de este cambio histórico es, como no, la crisis económica, que se ha cebado con el país y que ha obligado al gobierno a pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Central Europeo (BCE). Es por ello por lo que dedico una especial atención a las elecciones en este pequeño país de cuatro millones y medio de habitantes, poco presente en los medios de comunicación, pero cuya relevancia actual nos obliga a detenernos en un análisis más detallado. Se trata del primer país de la eurozona en celebrar elecciones desde el estallido de la crisis de la deuda, y además el primer país en convocarlas como consecuencia directa de tener que ser intervenido por el FMI y el BCE.
Para entender el impacto de la crisis económica en Irlanda tenemos que contextualizar, mediante una breve explicación, el sistema económico que regía en el país insular. Desde principios de los años 90 la economía irlandesa comenzó a crecer exponencialmente; la receta, la captación de inversión exterior gracias a un impuesto de sociedades muy bajo (12,4%) y una regulación muy permisiva. Estas condiciones provocaron la llegada masiva de multinacionales al país durante los 90, paralelamente se iba creando una burbuja inmobiliaria debido al rápido crecimiento económico, a la subida de los precios de la vivienda y al surgimiento de numerosos bancos al calor de la falta de regulación. A pesar del notable crecimiento económico de los siguientes años, no hubo un aumento de los gastos sociales, el Estado de Bienestar en Irlanda no se benefició de la favorable coyuntura económica. El modelo irlandés fue apadrinado, debido a su éxito, por la tendencia neoliberal del movimiento conservador europeo, que no en pocas ocasiones adoptaban el sistema irlandés como modelo a imitar. También la UE utilizó Irlanda como símbolo del progreso económico de un país gracias a las transferencias de la Unión. Irlanda era el país más pobre de la Comunidad Europea cuando ingresó en 1973, y en 2007, meses antes del estallido de la crisis, era el segundo país con el PIB per cápita más elevado de la Unión, sólo por detrás de Luxemburgo.
Con el estallido de la crisis mundial, a raíz de las hipotecas tóxicas o subprimes, la economía irlandesa se colapsó. La inversión exterior dejó de llegar, los bancos dejaron de tener liquidez y la burbuja inmobiliaria estalló. Dos años después los datos económicos hablan por sí solos. El déficit presupuestario alcanza el 32% del PIB, la deuda pública acumulada pasó del 25% a casi el 100% en la actualidad, la economía ha caído un 11% y la tasa de paro se ha duplicado hasta el 13,3%. Los bancos irlandeses tenían un agujero de 200 mil millones de euros. Sin adentrarnos mucho en el terreno económico, son las consecuencias políticas las que responden al objetivo de este análisis.
Como ya hemos mencionado, Irlanda es una democracia desde 1922, y desde 1932 un partido político, el Fianna Fáil (FF), de ideología nacionalista y conservadora, ha gobernado el país casi sin interrupciones hasta la actualidad. El crecimiento económico irlandés de los 90 se produjo durante gobiernos de este partido, así como la crisis. Por tanto los electores irlandeses no han tenido duda sobre a quién culpar de la situación actual, ya que han estado gobernados durante casi 80 años por el mismo partido. En mayo de 2007 se produjeron las últimas elecciones. El Fianna Fáil, liderado por el que había sido primer ministro irlandés desde 1997, Bertie Ahern, ganó cómodamente las elecciones con un 41,6% de los votos y 78 de los 166 escaños del parlamento o Dáil Éireann. Un año después en mayo de 2008, ya con la crisis iniciada, Ahern dimitió por presuntos casos de corrupción y fue sustituido por Brian Cowen también del Fianna Fáil. Durante los siguientes meses la catastrófica situación económica ha ido empujando al primer ministro Cowen a aceptar el rescate del BCE y el FMI, de 85 mil millones de euros, hecho que ocurrió el 28 de noviembre de 2010. Esta decisión del gobierno ha sido enormemente impopular entre la población, principalmente por dos motivos: el interés que exigen el FMI y el BCE es de un 5,85% mientrás que a Grecia le exigieron un 5,2%, por otro lado las condiciones impuestas por estas instituciones económicas a Irlanda han sido durísimas. El gobierno irlandés tiene que reducir el déficit del 32% actual hasta el 3% en 2014, tarea imposible y cuyos efectos negativos recaerán sobre las clases medias y trabajadoras según se desprenden de las primeras medidas del gobierno Cowel: 10 mil millones de euros en recortes del gasto público, despido de 25 mil funcionarios, la reducción del salario en un 10% a los nuevos funcionarios, reducción de las pensiones en un 12% y disminución del gasto en sanidad y educación. Además de bajar el sueldo mínimo por hora en un euro, reducir el nivel de ingresos a partir del cual se paga impuestos y subir el IVA de un 21 a un 23%. En cambio el impuesto de sociedades se mantiene en un bajísimo 12,4%. Este paquete de medidas de ajuste prespuestario que exonera a las empresas y multinacionales de cualquier culpa en la crisis, ha provocado el hundimiento del partido en el gobierno, el Fianna Fáil, en las encuestas. Ante este panorama, el primer ministro se vio obligado a principios de año a convocar elecciones anticipadas, empujado además por la salida de los verdes, socios de gobierno desde 2007. Con tal de no perjudicar a su partido en las elecciones, el primer ministro o Taosieach en irlandés, Brian Cowel, decidió no ser el candidato del Fianna Fáil, tomando el relevo Micheál Martin.
Desde los años 80 el sistema político irlandés está dominado por 5 partidos. El ya mencionado Fianna Fail “los Soldados del Destino”, lleva gobernando desde 1932, 61 de los últimos 79 años. Por tanto ha sido el partido que indudablemente ha dominado la política irlandesa durante las últimas 8 décadas. Es un partido conservador y católico, surgido de la lucha contra el dominio británico, interclasista, nacionalista y hasta los años 90 defensor del Estado como garante del Bienestar social. Sus resultados electorales han sido espectaculares con una media del 45% de votos; en sus peores elecciones en 1992 obtuvieron un 39,1%. Como partido que ha gobernado antes y durante la crisis, es el que más perjudicado sale en las encuestas, le otorgan entre un 16 y un 18% del voto, algo espectacular si lo comparamos con los datos anteriores.
El único partido que por espacios cortos de tiempo ha podido sustituir al Fianna Fáil en el poder ha sido el Fine Gael “la tribu de los Irlandeses”. Ideológicamente las diferencias con el Fianna Fáil son casi inexistentes ya que también es un partido nacionalista, católico y conservador. Su núcleo electoral tradicional son las clases medias urbanas y los grandes terratenientes. Como principal partido de la oposición ha recogido la mayoría de votantes descontentos con el gobierno actual. Según las encuestas el Fine Gael obtendría entre el 38 y el 40% de los votos, lo que colocaría a su candidato, Enda Kenny, como favorito para ocupar el sillón del primer ministro.
La única alternativa real desde el centro-izquierda a los dos partidos conservadores que han acaparado históricamente la mayoría de votos en Irlanda han sido los laboristas. Sus resultados electorales han sido muy modestos, entre el 10 y el 19% durante las últimas décadas, pero gracias a sus votos han podido formar parte de algunos gobiernos del Fine Gael. Durante el otoño de 2010, cuando parecía que el gobierno iba a solicitar finalmente la ayuda del FMI y el BCE, las encuestas llegaron a otorgar hasta un 35% de intención de voto al candidato laborista, Eamon Gilmore, pero su estrella se ha ido desinflando y actualmente le situán en un 18-20% de intención de voto.
Los otros dos partidos con representación en el Parlamento irlandés son el partido Verde y el Sinn Féin. El partido Verde se enfrenta, al igual que el Fianna Fáil, a una debacle electoral; con un 4,7% de votos en 2007, las encuestas más favorables le dan un 3%. Los verdes pagan el haber formado parte del gobierno de Brian Cowel. El Sinn Féin es otro de los beneficiarios, según las encuestas de la estrepitosa caída del partido gobernante. El Sinn Fein pasaría del 6,9% de votos en 2007 a entre el 10-11% hoy. Buenos resultados para el partido histórico del nacionalismo irlandés, pues fue la matriz de la que surgieron durante los años 20 el Fianna Fáil y el Fine Gael. Actualmente es un partido con poco peso en Irlanda, pero es el segundo más votado en Irlanda del Norte, parte del Reino Unido, y es conocido por ser el brazo político del IRA. Su candidato es Gerry Adams, reconocido internacionalmente por su papel en las negociaciones de paz en Irlanda del Norte. Además de estos partidos las encuestas preveen que un gran número de independientes logren un asiento parlamentario, conseguirían un 16% de los votos según los últimos estudios, el mayor porcentaje en toda la historia de Irlanda, lo que demuestra el malestar de la población hacia los partidos tradicionales.
Las elecciones de hoy, por tanto, serán históricas para el país, principalmente por el batacazo electoral del Fianna Fáil. Ante una segura victoria del Fine Gael la pregunta no es quién va a ser primer ministro, sino si el Fine Gael obtendrá los votos necesarios para gobernar en solitario o necesitará los votos de independientes o de los laboristas. No sería un escenario inédito; las pocas veces que el Fine Gael ha podido gobernar ha sido gracias a coaliciones con el partido Laborista. Gane quien gane la población irlandesa va a pasar por tiempos amargos, las condiciones impuestas por el FMI y el BCE son draconianas. Todos los partidos de la oposición han defendido la necesidad de renegociar el paquete de ayuda y sobre todo bajar el interés del rescate, que es de un 5,85%. En cuanto a quién tiene que pagar los platos rotos, el Fine Gael opta por un 70% en recortes presupuestarios y un 30% en subidas de impuestos, en cambio el partido Laborista, probable socio de gobierno, opta por un 50%-50%. La paradoja de todo ello es que por un lado no se renuncia al modelo que ha llevado al país a la crisis, ya que al no subir el impuesto de sociedades se multiplican las probabilidades de caer en los mismo errores del pasado. Por otro lado se vende el discurso de que tanto el FMI como el BCE están ayudando a Irlanda, cuando lo que están haciendo es someterla a unas rigurosísimas condiciones cuyas consecuencias sociales serán previsiblemente desastrosas.
Mañana en un breve post comentaré los resultados electorales de las elecciones de hoy en Irlanda.